martes, 16 de septiembre de 2008

Marseille vs. Liverpool (1-2), Liga de Campeones 2008

El Marseille hacia su debut en la Champions League en su estadio el Stade Velodrome frente a más de 45,000 aficionados. Ambos equipos saldrían con el clásico 4-4-2, el Marseille por su lado alineaba así: Mandanda, Zubar, Taiwo, Bonnart, Hilton, Cheybrou, M’Bami, Cana, Ben Arfa, Nianq, Kone. Mientras que el conjunto ingles así: Reina, Skrtel, Dossena, Arbeola, Carragher, Gerrard, Lucas, Mascherano, Babel, Torres, Kuyt. El equipo francés venia con la intención de llevarse los tres puntos ya que sabía que debía de aprovechar su condición de local. Los reds venían de una importante victoria frente al Manchester en la liga inglesa que cortaba una serie de enfrentamientos sin anotación, por lo que se suponía que los ingleses venían con un estado anímico alto.
Al comenzar el encuentro se vivió la intensidad que pasaban los jugadores con el andar del reloj. El albanes Lorik Cana adelanto a los franceses al 23’ sorprendiendo al Liverpool que se perfilaba como el favorito. Sin embargo, no tardo mucho para la reacción ya que al 26’, tan solo tres minutos después de la paridad en el marcador, el ingles empataba el asunto. Fue seis minutos mas tarde cuando se definió finalmente el marcador final del encuentro cuando Gerrard de nuevo anoto de penal al 32’.
En la segunda parte, pareció ser que la charla técnica fue de verdadero peso, ya que el equipo francés salio con todo y hasta un poco pareció merecer el empate, sin embargo este nunca llego y así debieron de afrontar la realidad que los tres puntos ya no se iban a quedar en casa. El Liverpool al igual tuvo la oportunidad de darle punto y final al encuentro, pero también no tuvieron la suficiente fortuna, lo que tuvo a todos los aficionados al borde de sus asientos ya que en los últimos minutos el Marsella acaricio el empate.
Con esto un Liverpool que demostró tener un tipo de futbol físico y ordenado continua con racha de victorias al hilo, lo que coloca al técnico español Rafa Benítez en una posición cómoda, que esperemos en ningún momento lo haga bajar la guardia.

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